sábado, 7 de octubre de 2017

SOMOS INSTANTES

A las 5.30 de la tarde subo al tren en Constitución, camino al sur.
Me siento y cierro los ojos.
Los otros sentidos se agudizan. Siento las distancias a las que se acomodan los pasajeros en el vagón.
Oigo las conversaciones solapadas, teclear de celulares, vendedores ambulantes, murmullo de estación.
Coloco la espalda recta, la cabeza alineada, todos los músculos relajados excepto los necesarios para no escurrirme por el asiento.



Arranca el tren.
Sale de la estación y los párpados cerrados estallan en rojo. Es la luz del Sol.
El avance del tren y las sombras de los edificios crean una cadencia de luz roja y sombra en mis ojos cerrados.
Toda idea, todo pensamiento, toda sensación se diluye en ritmos discontinuos de rojo y sombra.
El tren inicia una detención. Una estación. No se cuantas van.
Abro los ojos:
SOMOS INSTANTES.
Los vuelvo a cerrar. Entiendo.
Los destellos de luz sobre mis párpados son instantes de vidas.
La de cada uno de mis semejantes. También de cada una de las especies, las ancestrales, las extintas.
El tren detenido en Constitución son los momentos posteriores al Big Bang. 13.800.000.000 de años o 18.300.000.000. Qué medida tiene el tiempo de estas dimensiones.
La vida propia un destello de luz. Un instante.

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